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dormir la siesta engorda
No obstante, si nos tomamos un óptimo desayuno, en el momento de comer reduciremos esta ansiedad y no nos vamos a dar un atracón. De esta forma evitaremos ese esfuerzo extra para nuestro organismo que nos fatiga. Al tomarlo nos ofrece el subidón y en poco tiempo baja de tal modo que te deja sin energía. Impide alimentos altos en azúcar, más que nada los que llevan azúcares añadidos. En niños y jovenes la relación entre la obesidad y el sobrepeso y el dormir poco es mayor (tal y como afirma el software de estudio europeo “HELENA”). Este gen “Period” se encarga de regular los horarios de sueño y los cambios de humor estacionales. En contra de lo que se frecuenta pensar, si duermes poco, engordarás.
Para evitar que después de comer el sueño nos venza, debemos desviar nuestra atención hacia alguna otra cosa como, por ejemplo, lavar los platos o salir a dar un recorrido. «Dormir bien y tener un sueño reparador y suficiente significa sencillamente levantarnos descansados y estar alertadurante todo el día. Y esto no se asocia a un número de horas», enseña Merino.
Reglas Básicas De Higiene De Sueño
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Si hace frío crea calor y, si las temperaturas son altas, lo libera. La función de la siesta en la España mediterránea y rural, desde el criterio histórico, era recortar en las horas centrales del día y durante ese descanso regular la temperatura corporal”, explica el doctor García-Borreguero. Paradójicamente, en este momento es en vacaciones cuando más dormimos la siesta, compensando con el sueño los calores playeros. “Durante el sueño, liberamos un tipo de hormona llamada leptina, cuya función es transmitir sensación de saciedad.
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Para eludir que el sueño nos venza después de comer es importante que nos forcemos a estar activos y desviemos la atención a otra cosa. Un buen ejemplo puede ser después de comer levantarnos a fregar los cacharros empleados para la comida. Salir a ofrecer un paseo, ponernos a adecentar la vivienda… Lo que no debemos llevar a cabo es sentarnos, en tanto que así vamos a estar fomentando las ganas de dormir que por sí solas se muestran después de comer. Es primordial que tengamos esto en cuenta si lo que andamos buscando es perder esos kilos que nos sobran, ya que echando la siesta la comida tardará más en digerirse, concluyendo por engordarnos más. Si dormimos menos de lo debido, tendremos más apetito y opciones de engordar. El peligro incrementa exponencialmente cuando dormimos menos de 6 horas.
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“Hay que observar cada caso, y probablemente la gente que duerme más de la cuenta lo realiza por el hecho de que tienen apneas, que fragmentan el sueño, lo que crea inconvenientes neuropsicológicos como falta de memoria, de concentración o de atención. Es lo mismo que pasa cuando has dormido poco o mal, lo que te incapacita. En verdad, entre las claves para proteger la memoria es dormir bien. Lo que sí se conoce es que algunos de los inconvenientes asociados al exceso de sueño son similares a los de la falta del mismo. “Cuando una persona duerme menos de cinco horas se vió que hay más incidencia de algunas anomalías de la salud, entre las cardiovasculares.
En los últimos tiempos, ha habido una toma de conciencia sobre este inconveniente. “seguramente nosotros necesitemos una siesta, pero de una cuarta parte de hora o veinte minutos, para reponer. No es requisito, pero sí conveniente”, enseña el neurólogo Alejandro Iranzo.
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“Si alguien hace una siesta de 90 minutos o 2 horas, eso es ya problemático, está indicando que durante la noche se ha dormido poco o de manera muy fragmentada, con un sueño muy roto por apneas o despertares. Un individuo que necesite, tras la comida, reposar tanto tiempo, más de media hora o tres cuartos, significa que la noche previo ha tenido un sueño de poca calidad”, justifica. Además, recuerda que estos hábitos de sueño “proponen un estilo de vida inactivo”, lo cual asimismo está relacionado con el aumento de riesgos para la salud. Pero antes de prender todos y cada uno de los despertadores de casa toda vez que nos tumbemos en el sofá a echar una cabezada debemos tener presente que, según los responsables del estudio, el exceso de sueño por sí solo no interfiere al cuerpo. Se trata, por contra, de un síntoma de un modo de vida poco saludable, que sería el verdadero responsable del aumento en el peligro de problemas cerebrales. Este peligro se prolonga asimismo a la bienamada siesta, mientras que su duración sobrepase de 90 minutos. Quienes permanecen tanto tiempo reposando tras la comida tienen, según el estudio, un 25% más de posibilidades de sufrir un problema cerebral, en comparación con quienes duermen una hora o menos.