Juega a juegos estúpidos, gana premios estúpidos. Es una cosa que digo todo el tiempo, en referencia a una nueva, o bien un aspirante al Premio Darwin. Mas desde mi último fin de semana de carrera en el mes de mayo, lo he estado diciendo sobre mí.
La triste historia empieza en el otoño de dos mil quince, cuando jugué un tonto juego llamado «correr un maratón con un adiestramiento de base insuficiente«. Había destrozado mi clavícula en el mes de junio, y la cirugía y la restauración subsecuentes pusieron mi reloj de adiestramiento nuevamente a cero. Sin antídoto, reescribí apuradamente mi programa de adiestramiento para meter veinticuatro semanas en catorce, acabando en un, feo dieciocho-miler, a un par de semanas de la carrera. El imbécil premio que gané fue que tuve un fabuloso maratón de unos dieciocho quilómetros, entonces las ruedas se cayeron en gran forma, y cojeaba en casa los 8 sobrantes.
Lo proseguí con otro juego tonto, este llamado «vuelve demasiado veloz tras destruirte a ti mismo«. Procuré una restauración justo 3 días tras mi desastre de maratón, y volví a proseguirse el trabajo la semana tras eso. Cuando acabas una carrera saludable, es buen plan, mas no es donde estaba. 3 semanas tras el maratón, creí que me sentía suficientemente bien, y corrió un 15k locales. La carrera fue excelente, y estaba contentísimo con mi tiempo, mas fui de forma directa al aeropuerto tras un vuelo hacia Utah para trabajar. Para cuando desembarqué en Salt Lake City, apenas pude pasear, el dolor en mi rodilla derecha había llegado tan mal.
De todas y cada una de las personas, debería saber mejor, ¿no? Mi esposa (mi primera atleta y la mujer más fantástica del planeta) le va a decir que jamás la dejaría hacer algo de esta manera. Mas en ocasiones el consejo es más simple de dispensar que de tomar, con lo que me hallé marginado a fines de dos mil quince a lo largo de la mayoría de las diez semanas. Sobered por la experiencia, he prometido hacer dos mil dieciseis mi año de funcionamiento feliz, y escribí un plan de adiestramiento conservador para el año entero. Funcionamientos convenientes, acumulaciones de kilometraje gradual, trabajo de prevención de lesiones y ningún volumen superfluo.
Oh, y las dosis cada día de naproxeno para sostener mi dolor de rodilla bajo control. Toda vez que salía del anticuerpo antinflamatorio, el dolor volvía y no podía correr (ni agacharme) nuevamente. Las visitas al orto y una resonancia imantada probaron que mi daño del menisco de una lesión del LCA en dos mil nueve había empeorado sutilmente, y desarrollaba un tanto de artritis, mas nada que debe pararme de marchar. Conque no dejé de correr, y un par de veces al día abrí la pequeña botella blanca para sostenerme en marcha.
Usted puede ver donde este juego se hacía un tanto imbécil. La cosa era, estaba marchando. Estaba marchando fuerte y saludable, estableciendo PRs en todas y cada una partes, y pasando un buen rato haciéndolo. Di mi primer mes de cien millas en el mes de mayo. Hice un concierto en el primer mes del verano, y establecí mi mejor tiempo de milla. Corrí carreras de relevos con mi equipo en el mes de septiembre y octubre, y tuve el tiempo de mi vida haciéndolo. Por vez primera en mi (corriendo) carrera de carrera, me sentía fuerte, veloz y a prueba de balas.
La caída del año pasado me vio machacar mi media maratón PR, entonces machacarlo nuevamente, e inclusive regresar a ese 15k que me dejó roto el año precedente. Mas para el Día de Acción de Gracias, los antinflamatorios perdían su magia, y mi cuerpo estaba agotado de todo el adiestramiento y las carreras. No es gran cosa, pensé. Solo tome unas semanas de reposo a lo largo de las vacaciones, y va a ser bueno como nuevo.
El cerdo volador
Mi acontecimiento primordial de apertura para la primavera del año en curso fue el Flying Pig Marathon’s tres-Way con Extra Cheese (no verdaderamente, es una cosa), un acontecimiento que ve a los participantes correr una milla, un 5k, un 10k y un maratón de media, Todo en unas treinta y seis horas. Con el propósito general de entrar en la manera de carrera de maratón por la caída, la acumulación de Flying Pig sería justo lo que me mandará en verano con una enorme base de adiestramiento. Escribí un plan y comencé a correr nuevamente a mediados de enero, estableciendo continuamente millas y tratando de ir simple cuando mi rodilla afirmaba no pero.
También sabía que era hora de ver si podía bajar del naproxeno. Ciertamente, unas poquitas semanas tras la bruña, mi dolor en la rodilla retornó. Fui a ver a un especialista en medicina deportiva, y me aconsejó inyecciones de rodilla que se transformaron en su desastre. La confusión y la mala comunicación con la compañía aseguradora significó que las inyecciones que acordamos en el primer mes del año no estaban listas hasta mediados de abril. Las carreras Flying Pig fueron el primer fin de semana de mayo. ¿Ves a dónde va esto?
Todo profesional calificado me decía que el dolor en mi rodilla no significaba necesariamente que estaba ocasionando más daño. En su defensa, eso es precisamente lo que deseaba escuchar. Mientras que mi adiestramiento fue suficientemente bien, estaba subconscientemente alterando mi forma de correr para favorecer mi rodilla derecha irritable. Justo cuando entré en el cono para el Flying Pig, desarrollé un pequeño dolor dentro de mi espinilla derecha. No importa, me lo tomaría con calma a través del taper, carrera en el cerdo, y después tomar un tanto de tiempo libre para sanar y dejar que las inyecciones de rodilla hacer lo propio. Cue la música de pálpito.
Ignorando el dolor
Mi espinilla aún estaba dolorida mientras que me calentaba para mi milla el viernes de noche, mas el dolor parecía reducir tras cierto tiempo en el Compex y cerca de una media milla de ejercicios de calentamiento. La pistola se disparó, corrí mis cerebros y golpeé varios segundos más de mi milla de relaciones públicas. Cena, casa, cama.
El sábado por la mañana empezó con el 10k.Yo estaba levantado temprano, aprovisionado de comburente, y empezó a calentarse. El dolor de la espinilla era marginalmente peor que el día precedente, mas nuevamente parecía reducir en el momento en que me movía. No todo el camino, mas sobre todo. Gun se fue, me sentí realmente bien tras la primera milla, y golpeó un enorme 10k PR. Una hora después, era el instante para el 5k, y me sentí bastante fumado, mas suficientemente bueno para cruzar a través. Mi shin se quejó de toda la carrera, mas razoné que era solo un 5k, y todo cuanto debía hacer era subsistir.
Pero esa noche sabía que las cosas se ponían serias. La milla y media a pie de nuestro hotel a la cena era un cojeando, dientes-gritted tema. Mas no estaba a puntito de saltar mi última carrera sobrante, el medio maratón, y perder mi medalla para el fin de semana. Yo tenía mi tobillo grabado, todo helado, y se fue a la cama con la esperanza de subsistir al día después.
Lo mejor que me pasó el último día de la semana por la mañana fue que Jackson, mi compañero de equipo, me halló en la multitud inmediatamente después del inicio. Corrimos juntos para la primera mitad de la carrera, lo que me quitó la psique del dolor, y me asistió a gozar de la experiencia. En la cima de la subida al monte. Adams, su resaca se alivió y tomó el ritmo, y me quedé a gut los últimos múltiples quilómetros por mí.
El final de la media maratón Flying Pig es una de mis experiencias de carrera preferidas, en cualquier sitio. Usted vuelan cuesta abajo para el estiramiento final de los 5km entero, gancho en el centro de la urbe mediante multitud de espectadores que animan, y cruzan una línea de final increíble que siente como un héroe total. Eso es, como es natural, salvo que esté en un dolor inaguantable a cada paso. Acabé con una mueca, completamente a 7 minutos de mi tiempo proyectado. En lugar de la alegría de llenar un fin de semana tan bastante difícil, todo cuanto podía meditar en fue recogiendo mi esposa (que PR’d su media maratón), y el deprimente trudge regresar al hotel.
Aprendiendo de la experiencia
Al entrar en ese fin de semana de carrera, estaba tomando lo que comprendía como un peligro calculado. Francamente pensaba que mi restauración del fin de semana tardaría unas semanas, y después reiniciaría el adiestramiento para mi maratón completo en el mes de octubre sin mucho inconveniente. Mas ahora, prácticamente 3 meses después, aún estoy aguardando que mi pierna me dé la luz verde para adiestrar nuevamente. ¿El imbécil premio para esta desgracia? Ahora no hay tiempo para estar listo para una maratón completa este año, lo que significa postergando esa meta cuando menos otra temporada.
Hay quienes piensan que no hay disculpa para las lesiones en un entorno atlético apasionado, y dada mi experiencia, es bastante difícil argüir ese punto. Mas es del mismo modo cierto que el desarrollo se genera a través del reto, y no va a aprender nada si jamás se aproximan a sus límites. El equilibrio entre esos 2 conceptos puede ser bastante difícil de lograr, especialmente si eres tan ambicioso y caballero como el tuyo.
La lección general que voy a tomar del imbécil juego de esta temporada es que necesito prestar más atención a mi biomecánica. He tolerado que una lesión me arrastrase a otra, y eso me ha costado un buen tiempo y múltiples carreras. Mi tiempo en el banquillo me ha tolerado repriorizar ciertos de mis objetivos de adiestramiento, y voy a prestar más atención a mi preparación ya mi autocuidado, avanzando.
Como has visto, este mes de mayo no fue la primera vez que jugué un juego tonto y gané un premio tonto, y no voy a fingir que va a ser el último. Estoy en especial atraído por los sucesos que tienen el potencial de romper mi cuerpo y distorsionar mi psique, y no me veo bajando de ese tren a corto plazo. Mas proseguiré mi esmero por jamás cometer exactamente el mismo fallo un par de veces, y espero que ciertos de puedan emplear mi historia para eludir fallos propios.
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